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Se nos pide que ayudemos en casi toda esfera de la vida (como líderes, como colegas, como amigos y como familiares), pero hay una diferencia entre dar ayuda e infligirla. Incluso con la mejor de las intenciones, a veces su asistencia simplemente empeorará las cosas. A continuación tres tipos de “ayuda” que se deben evitar:
AYUDA EQUIVOCADA. A veces, el único alivio que puede dar no es, de hecho, lo que se necesita; ofrecer administración, por ejemplo cuando lo que se necesita es liderazgo.
AYUDA INDICADA EN EL MOMENTO EQUIVOCADO. Para que la ayuda sea útil, los receptores deben estar listos para recibirla. Es fácil confundir apertura con invitación, pero dar asistencia antes que se la pidan es, en última instancia, contraproducente.
AYUDA CORRECTA, PERO EN EXCESO. Si ofrece ayuda y la reciben con gratitud, tal vez no sepa cuándo parar. Permanezca a tono con la capacidad de los receptores para usar eficazmente sus servicios, y pare cuando ya no sean útiles.
(Fuente: Don’t Inflict Help, Provide It”, de Ed Batista).
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